Su imagen exterior es lo primero a cuidar, algo que puede complicarse debido a que la mayoría de los chasis se construían en acero debido a su resistencia y fiabilidad, pero es un material que suele oxidarse con facilidad.
Para esto, se debe revisar frecuentemente todas las uniones estructurales del auto, especialmente en la parte baja donde suele aparecer frecuentemente el óxido. Lo mejor es evitar que permanezca mucho tiempo a la intemperie, debido a que la exposición a las condiciones atmosféricas adversas acabará por pasarle factura.
Lo más recomendable es que el vehículo se encuentre a resguardo, preferiblemente en un garaje, y si es necesario tenerlo al aire libre, se debe procurar preservar del sol, el frío o la lluvia tapándose con una funda o debajo de un techo.
Para la pintura, debes de verificar que tipo de pintura se utilizó para el pintado original, esto se debe a que las pinturas actuales como son la bicapa suelen no ser compatibles con los autos clásicos y al aplicarla parecerá que tiene dos tonos.
Respecto al lavado, lo mejor es realizarlo a mano en un centro especializado, aunque si se prefiere hacerlo uno mismo, se tendrá que hacer con mucho cuidado y utilizando esponjas, paños, jabones y abrillantadores que no dañen la carrocería. En caso de que en el lavado se note un desperfecto en la pintura, daños en las gomas o algún signo de corrosión, lo mejor es mandar el vehículo a un taller de confianza para que sea visto por profesionales.